En una maniobra que ha dejado estupefactos a ecologistas y la ciudadanía por igual, el Ayuntamiento de Málaga ha desatado una devastadora limpieza mecánica en el cauce del río Guadalmedina. Esta acción, lejos de ser una simple labor de saneamiento, ha resultado ser un auténtico asesinato ecológico.
La maquinaria pesada empleada ha arrasado sin miramientos con toda la vegetación que atesoraba el cauce, diezmando la ya escasa biodiversidad que en él habitaba. Es una pérdida irreparable para un ecosistema que luchaba por mantenerse a flote en un entorno urbano cada vez más hostil. En sus actuaciones ni siquiera ha contemplado la existencia de ingente suciedad que hubiera requerido una limpieza selectiva previa para separar los residuos, tal como se imponen a la ciudadanía por las propias administraciones públicas.
Más allá de la tragedia ecológica, estas acciones también constituyen un atentado directo contra la salud pública. El río Guadalmedina, en su estado natural, representa un auténtico pulmón verde para la ciudad, filtrando el aire y proporcionando un hábitat crucial para numerosas especies, hecho este que fue defendido por Con Málaga en las pasadas elecciones municipales.
Ciudades europeas avanzadas han entendido la importancia de preservar los cauces fluviales como auténticas arterias de vida. Han invertido en medidas que revitalizan el caudal ecológico, proporcionando a sus ciudadanos espacios naturales que ayudan a un aire limpio que poder respirar y revitalizarse.
Es imperativo que el Ayuntamiento de Málaga reconsidere esta táctica desastrosa y emprenda medidas que promuevan la renaturalización y protección del río Guadalmedina. No podemos permitir que la avaricia y la negligencia se antepongan a la preservación de nuestro entorno natural y a la salud de la población malagueña.